Sal con una chica que lee
“Sal con alguien que se
gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio
en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que
tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una
tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una
chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre
llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira
amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando
encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas
de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede
resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami.
Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé
consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para
parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su
cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien
sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y
hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es
consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras
va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si
lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele,
si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de
las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin
del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que
todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de
escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una
y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que
durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen
saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una
novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.
Si te
llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la
mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una
taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas
pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si
fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de
un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad
la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón
no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás
la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más
raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede
que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella
recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus
botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una
mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes
para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá
mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá,
invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.”
Por Rosemary Uquico.
Espero que les haya gustado tanto como a mi ;3
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